Ya tocaba venir a conocer el entorno de los Barrios de Luna y su antigua carretera comarcal 623, que serpentea por el margen derecho del embalse del mismo nombre y que facilita conocer un paraje que además del interés carreteril, goza de un paisaje digno de conocer. A finales de 2017 esta zona apareció numerosas veces en los medios, debido a una sequía que dejó el embalse en un espectacular 4% y que propició en este lugar y en otros el "turismo de embalse", en el que muchos curiosos se acercaron a conocer los antiguos pueblos y lugares que se tragaron las aguas y que ese año emergieron durante buena parte del otoño. Para muestra, basta entrar en Google Maps y sobrevolar Barrios de Luna en modo satélite para ver multitud de vestigios de tiempos pasados, como edificios, fincas, carreteras, etc. Afortunadamente, y ya que nada podemos hacer para que llueva, ha sido una suerte que Google haya actualizado las imágenes coincidiendo con la situación de sequía del embalse. En lo que al viaje de este reportaje respecta, fue realizado en agosto de 2019, y como se podrá ver en las fotografías, el nivel del embalse era muy diferente al de finales de 2017.
Finalizado en 1951 e inaugurado en 1956, el embalse de Barrios de Luna recoge las aguas de los ríos Luna y Aralla, además de varios arroyos. Perteneciente a la cuenca del Duero, su construcción anegó hasta 16 pueblos, condenando al olvido a la comarca de Luna en favor del regadío leonés. Como ocurre en estos casos, la creación del embalse obligó a construir una nueva carretera a una cota más alta, cuyo trazado hoy es la autonómica CL-626, dependiente de la Junta de Castilla y León y formada por las antiguas carreteras comarcales C-626, de Cervera de Pisuerga a La Magdalena por Guardo y La Vecilla; y C-623, de León a Villablino por Láncara (de Luna). El trazado es sinuoso, peligroso en esta zona, habitualmente húmeda y neblinosa. Prueba de ellos son los numerosos restos de vehículos accidentados encontrados en las orillas del embalse, dados a conocer por la red y que emergen año tras año en tiempos de estiaje.
En este reportaje partiremos de la localidad de Barrios de Luna, que da nombre a la comarca y que se asienta a los pies del inmenso dique de hormigón.
Desde el mirador construido junto a la comarcal observamos la imagen de pueblo y dique, y nos fijamos en cómo empiezan a aparecer los muretes de contención, tan típicos en las carreteras de la época y tan poco seguros en la actualidad.
Llegamos hasta la presa y antes de continuar el viaje merece la pena hacer una parada. El lugar es espectacular, las vistas desde aquí hacia Barrios de Luna, aguas abajo, es de auténtico vértigo dada la altura de la presa. Todo ello acompañado del paisaje verde y montañoso y la quietud de la zona. Ojo a la señal informativa del embalse, no refleja la fecha de instalación pero a buen seguro es cercana a la época de construcción.
Obra civil relacionada con el funcionamiento de la presa...
Y el inmenso paramento de hormigón.
Es un sacrilegio llegar hasta aquí y no subir a ese mirador...
70 años de presa a nuestros pies.
Continuando por la coronación de la presa y atravesando este pequeño túnel enlazaríamos con la carretera local LE-3422 que nos llevaría hasta Mallo.
Volvemos a la carretera y nos ponemos en ruta para conocer las infraestructuras más destacadas de esta vieja comarcal. Paramos en otro nuevo mirador, desde el cual vemos la presa aguas arriba...
...e instalado en él, un escudo un tanto abstracto del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Túneles horadados en la roca y sin revestimiento...
...y toda una sucesión de curvas. La orografía es complicada, y en ocasiones hubo que levantar terraplenes para asentar la calzada.
Los malecones de piedra que encontramos a lo largo de esta CL-626 están en pésimo estado. El clima leonés los ataca sin piedad y de no ser por la moderna bionda instalada recientemente apenas contendrían el impacto de un vehículo.
Algo parecido ocurre con los hitos tipo Peña, realizados en el mismo material y afectados por las mismas condiciones.
A lo lejos vemos un imponente viaducto que dejaremos para un poco más adelante.
Continuamos, más malecones y más terraplenes...
y de repente otro viaducto, notablemente más antiguo. ¿Lo atravesaremos con el coche?
Imposible, está en estado de abandono...
...al igual que este otro hito Peña junto al puente.
El acceso está totalmente cerrado y eliminado.
Pasamos al otro lado bordeando el brazo de agua. Aquí la actual carretera describe una gran curva que evita cruzar el embalse. ¿No es extraño que existiendo este puente haya que rodearlo?
El acceso desde el otro lado está vallado...
Y a la vista del estado de los pilares vamos entendiendo el motivo de este cierre.
Hay motivos más que fundamentados para su clausura. El viaducto de Aralla esconde una historia que cerca estuvo de ser trágica. Existió otro viaducto, el de Oblanca, de características y diseño muy similares y construido unos centenares de metros más adelante. Diseñado para sostener la nueva carretera, pero construido quizá con nefastas calidades y/o materiales, colapsó la noche del 14 de agosto de 1973, aislando a una cincuentena de poblaciones. Afortunadamente no hubo que lamentar daños personales, aunque bien cerca de la muerte estuvieron el conductor y acompañante de un Seat 600 que, tras internarse en el viaducto y percatarse de que algo no iba bien, detuvieron su vehículo y tras salir de él observaron con horror cómo apenas tres metros más adelante el suelo había desaparecido. El viaducto gemelo de Aralla no se derrumbó nunca, pero el miedo a que ocurriese algo parecido al de Oblanca, dada la similitud entre ambos, y la psicosis instalada en el lugar tras el incidente, obligó al cierre del mismo y a la creación de la curva que ahora rodea el brazo de agua que antes era superado mediante este viaducto. Toda esta información es ampliamente recogida por el diario La Vanguardia en su edición del 20 de septiembre de 1973.
He de reconocer qué, conocedor cómo era de la historia del viaducto, y a la vista del terrible estado del puente, no me atreví a cruzarlo ni siquiera a pie.
En la siguiente imagen, extraída de Google Maps, podemos ver a la derecha el viaducto de Aralla y la ampliación de carretera realizada para sortearlo. En el centro arriba, el actual puente sobre el embalse y que sustituyó al de Oblanca. Poco más abajo, junto al primer cajetín de la AP-66, el lugar en el que debió existir el viaducto accidentado. Finalmente, a la izquierda, el viaducto erigido para el paso de la autopista AP-66. Es curioso que se demoliese y se extrayesen los escombros del viaducto colapsado y sin embargo el de Aralla simplemente se cerrase. Si era peligroso en su momento, qué es ahora pues, con más de 60 años a sus espaldas y sin conservación alguna desde hace más de 40.
Continuamos hacia el final de la ruta, pero queda uno de los platos fuertes, el viaducto Ingeniero Fernández Casado, que permite el paso de la autopista AP-66, entre Campomanes (AS) y La Virgen del Camino (LE). Abierto entre 1975 y 1983, es el trazado de peaje alternativo a la carretera N-630 Gijón-Sevilla y su paso por el duro puerto de Pajares. Quizá su obra más singular sea este viaducto atirantado, que ostentó el récord de puente con vano más largo del mundo desde su inauguración en 1983 hasta 1986. Diseñado por el también ingeniero de caminos Javier Manterola, se le dio el nombre de Carlos Fernández Casado, ingeniero de caminos de notable y extensa trayectoria y que ha legado a este país un buen número de infraestructuras.
Aparcamos y nos disponemos a conocerlo más de cerca. Las vistas desde su base son imponentes.
Pasamos por debajo y seguimos sin palabras...
Curiosamente, los cajetines de este panel junto al puente aún recogen la denominación de las viejas comarcales, con las claves C-623 y C-626. Lástima de pintadas afeando el cartel con el nombre del ingeniero, seguramente realizadas por alguien con una trayectoria infinitamente inferior.
Seguramente habrá quien vea una aberración la presencia de una estructura de semejante calibre en este paraje natural, opinión sumamente respetable, pero para los que nos maravillamos ante semejantes joyas de ingeniería, el poder verlas en combinación con este entorno es absolutamente espectacular.
Es hora ya de ir volviendo a León, una última imagen del viaducto desde un lateral, en el que vemos con mayor claridad el tamaño del vano que lo puso en el libro Guinness de los récords.
Dejamos la zona con el buen sabor de boca provocado por esta preciosa carretera, tranquila, divertida y con muchos elementos de interés "carretero".