"En estos años, en aquellos inhóspitos parajes, han surgido bellos y limpios pueblos, creciendo miles de árboles; las desnudas tierras blancas se han pintado con el verde esplendoroso de los alfalfares en el contraluz del atardecer, a la aridez ha sucedido la lozanía: a la desesperación, la esperanza, al resentimiento, la belleza moral."
En estos términos, a medio camino entre lo heroico y lo bucólico, se refería en 1966 Francisco de los Ríos, jefe de Delegación del Ebro del Instituto de Nacional de Colonización, a la numerosa hornada de pueblos surgidos en los páramos y zonas desérticas españolas cercanas a ríos de cierto caudal.
Logo del Instituto Nacional de Colonización. Fuente: Wikipedia
El INC, Instituto Nacional de Colonización, creado en octubre de 1939, promovió entre las décadas de 1940 y 1970 el establecimiento de hasta 304 nuevos núcleos de población en zonas fundamentalmente despobladas además del trabajo de las tierras aledañas a ellas, tierras yermas roturadas y niveladas con el fin de una potencial explotación. Estos nuevos pueblos, construidos en su mayoría entre 1950 y 1965, fueron ocupados por los denominados "colonos", gentes venidas mayormente de zonas cercanas pero también de otras provincias, que se establecían en estos nuevos poblados y comenzaban a trabajar la tierra para pagar sus tierras y viviendas con el rédito de su trabajo. Los voluntarios a colonos eran seleccionados por el INC en función al conocimiento de las tareas del campo, número de hijos, posesión o no de tierras y/o aperos, y cómo no, una rectitud moral y un historial sin tacha. Los comienzos fueron duros en estas tierras y en estos pueblos. Las viviendas eran de nueva construcción, pero al menos en los primeros años, carecían de agua, luz o alcantarillado en condiciones, además de la cuestionable calidad de construcción de las mismas en algunos pueblos. Además, las distancias a otros localidades de mayor tamaño, la falta de medios de transporte o una precaria e incipiente red de caminos y carreteras, fomentaba el aislamiento de estos nuevos pobladores. Pese a las dificultades iniciales, las condiciones de vida fueron mejorando para los nuevos colonos, bendecidos con fervor durante los años de autarquía como los garantes de las esencias y pureza de la nación, abandonados después con el auge de la industria, modernidad y gobiernos con mayor presencia tecnócrata, para quienes estos colonos pasaron de ser labradores y obreros devotos a campesinos acaudillados, coincidiendo con la obtención de la propiedad de tierras y viviendas de muchos de ellos tras años de duro trabajo.
Estos nuevos poblados, que llegaron a acoger hasta 30.000 colonos, se crearon en su mayoría en Andalucía y Extremadura, con un número relativamente importante en Aragón y menor en el Levante, Castilla y Navarra. También hubo pequeñas intervenciones en forma de viviendas diseminadas en pueblos de Galicia y en la isla de Ons. Se caracterizan en su totalidad por la rectitud y geometría de sus calles, tramas urbanas planificadas desde cero en lugares en los que nada existía antes. En algunos casos es de destacar la audacia de sus diseños, que pese a ceñirse siempre al carácter rural y a la arquitectura tradicional, se ven reflejados en sus calles o en sus edificios públicos, por ejemplo, Villalba de Calatrava (CR) y su trazado en panal, Miraelrío (J) y su estructuración en círculo, Novelda del Guadiana (BA) con su calle principal superpuesta sobre la antigua calzada romana o La Bazana (BA) y sus 5 plazas gemelas. En su práctica totalidad estos antiguos pueblos siguen vivos, algunos notablemente expandidos respecto a la trama original como Burguillos (SE), otros adscritos aún a su trama original como Curbe (HU) o Gabarderal (NA). No obstante existe alguna excepción, algunos como El Boyeral (NA), que apenas se llegó a ocupar y quedó abandonado, o Puilatos (Z), que tuvo que ser derribado en la década de los 80 al estar construido sobre terreno inestable y amenazar ruina. Sus habitantes y su retablo encontraron cobijo en el cercano Ontinar de Salz, también pueblo de Colonización. Es este fenómeno objeto de estudio hoy en día en las facultades de Arquitectura, y numerosos los centros de interpretación del colono presentes en estos nuevos pueblos para información del público en general, desconocedor en muchos casos del origen de estas poblaciones. El que aquí escribe se enorgullece de tener antecesores que habitaron y forjaron desde sus inicios uno de estos primeros pueblos, formando parte de la vida del lugar. Hablamos de Guadalcacín, pueblo gaditano qué, casi integrado como un barrio más de Jerez de la Frontera, aún mantiene ese sabor a pueblo en sus calles y su Plaza Mayor, y del cual fue maestro desde sus inicios el abuelo del que aquí escribe. Por cierto, no se debe confundir estos pueblos con los que fueron intervenidos por el Servicio de Regiones Devastadas, proyecto con fines y trayectoria totalmente diferenciados.
Llegados a este punto, el lector habitual del blog puede preguntarse con razón sobre la relación entre estos pueblos y las carreteras. Obviando el gusto del autor por lo antiguo, al que atraen tanto carreteras como infraestructura y obra civil variada, fueron numerosas las carreteras y caminos creados para conectar estos pueblos, esos sí, posibles objetos de estudio por parte de este blog. En este reportaje, los pueblos de Colonización burgaleses se sitúan a lo largo de una parte de la carretera N-122, con tramos ya abandonados, algunos en uso y otros en peligro de ser devorados por la construcción lenta pero inexorable de la autovía A-11 o Autovía del Duero, de Soria a la frontera con Portugal en Zamora. Recordemos que según el Plan de Caminos de 1940, la carretera original fue definida como carretera nacional N-122 de Zaragoza a Portugal por Zamora.
En el mapa del Instituto Geográfico Nacional vemos el tramo a estudiar, que partiendo desde el este en Zuzones y tras visitar La Vid y Guma, termina en torno al km. 258, donde desaparece la N-122a, y donde la N-122 actual se bifurca dando paso al tramo de autovía A-11 que funciona como variante de Aranda de Duero. Además, este reportaje constará de una segunda parte en la que haremos un recorrido mucho más extenso por la N-122, incluso fuera de nuestras fronteras (obviamente, ya no como N-122).
Comenzamos la ruta, abandonando la variante de la N-122 y adentrándonos en el tramo antiguo, hoy denominado como N-122a.
Zuzones no es pueblo de Colonización, es un tranquilo pueblo a orillas del Duero que acoge el ayuntamiento que engloba a La Vid, Guma y a sí mismo, además de ser alfabéticamente la última localidad española. Cruzamos su travesía y nos dirigimos a La Vid.
Según Street View, aquí debería estar el hito Peña correspondiente al km. 247 de la N-122, tal y como vemos en las siguientes capturas de Google Maps:
Pero el hito ya no está. En su lugar existe hoy un moderno miriamétrico con otros dígitos, seguramente motivado por el nuevo y necesario rekilometraje de la N-122 tras años de modificación y rectificado de trazados. Me hubiese gustado haberlo documentado, pero me tendré que conformar con que haya quedado retratado en las siempre útiles cámaras de Google Street View.
Este es sólo otro ejemplo más de cómo la Diputación de Burgos continúa con la tarea de eliminación de hitos a lo largo de su red de carreteras nacionales, tal y como hemos visto en las N-I y N-120 y que los seguidores de Instagram recordarán de manera gráfica.
Continuamos viaje y metros antes de entrar en La Vid nos encontramos un magnífico puente de piedra que sirve de paso sobre el Duero.
Su estado es flamante, la piedra se ve limpia, el asfaltado inmaculado y hasta los pretiles presentan el detalle añejo de tener los extremos pintados para alertar del obstáculo al conductor.
Entramos ya en La Vid...
...y lo ponemos en su contexto histórico.
En la foto superior, el lugar en el que se asienta La Vid capturado en los vuelos aéreos del Instituto Geográfico Nacional de 1945 y 1946. En la inferior, el mismo lugar fotografiado una década más tarde. Vemos como en las cercanías del ya existente Monasterio de La Vid se ha levantado desde la nada un nuevo pueblo.
Los orígenes de La Vid como localidad se remontan a medidos del siglo pasado, cuando la construcción del embalse de Linares, inaugurado en 1951, ocupó los terrenos y el núcleo urbano del segoviano pueblo de Linares del Arroyo, siendo trasladada su población a este nuevo emplazamiento. Hoy La Vid es un pequeño pueblo que si bien mantiene el cultivo de los viñedos de los cuales salen los famosos caldos "D. O. Ribera del Duero", añade a sus actividades profesionales el enoturismo, un tipo de turismo que mueve cada vez más gente año tras año.
Otro de los potenciales de La Vid es el turismo sacro, gracias a la presencia del imponente Monasterio de Santa Mª de La Vid, que da nombre al municipio.
Fue fundado en el siglo XII por la órden premostratense en la antigua finca de La Vid, donada por el rey Alfonso VII de León, y edificado entre los siglos XVI y XVIII. Pertenece hoy en día a la órden de San Agustín y es visitable.
Volvamos a la temática que nos ocupa en este blog con el siguiente detalle, lo vemos en una de las viviendas levantadas a pie de carretera. Habitualmente estos pueblos son construidos en lugares deshabitados, y necesitan de la dotación de una red vial que los conecte con otras carreteras o poblaciones. En este caso, La Vid se creó junto a la ya existente carretera N-122, anterior carretera de Valladolid a Soria, heredada del antiguo Camino Real y cuya existencia ha permanecido como topónimo en este lugar. Una vez más la carretera dándonos lecciones de historia y patrimonio.
Recorremos ahora el núcleo urbano a pie y vemos alguna de sus singularidades. Próximamente se publicará en este blog un anexo que tratará y retratará más a fondo algunas peculiaridades de estos pueblos.
La antigua N-122 a su paso por la localidad y cartelería turística junto a la misma.
El frontón para el entretenimiento de los habitantes.
La plaza, limpia y ordenada.
Característica habitual de los pueblos de Colonización son sus iglesias, normalmente de tamaño pequeño o mediano, arquitectura racionalista y ubicadas en la plaza y/o lugares preeminentes. En ocasiones se encuentra alguna "licencia" como la de este arco, aunque sin ostentaciones, austeridad manda.
Las calles, rectas, anchas y habitualmente bien cuidadas. Digno de resaltar el cuidado de las plantas ornamentales, algo que también he encontrado en otros pueblos de Colonización. ¿Quizá el deseo de mantener lustrosos unos pueblos que tanto esfuerzo costó a sus habitantes levantar?
Las viviendas de los colonos siguen unas reglas estilísticas parecidas a las de las iglesias, salvando las evidentes diferencias. Diseño ligero, funcional y adaptado a la estética local.
Nos despedimos de La Vid junto a este completo mapa de la comarca de Ribera del Duero y ponemos rumbo al vecino Guma, examinando de camino un tramo de antigua N-122 que ha quedado desafectado del tráfico y abandonado.
La mejora de trazado es notable, la nueva carretera ha eliminado un tramo de curvas, alguna de ellas de muy corto radio.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional
El tramo abandonado continúa al otro lado de la actual N-122, pero antes, adentrémonos en el siguiente pueblo de Colonización. Uno de sus accesos encierra una grata sorpresa.
Nos encontramos en Guma. Aquí, se repite la misma situación que en La Vid, donde no había más que tierras se erigió un nuevo pueblo. Lo vemos nuevamente en la fotografías aérea de 1945/46:
Y en la siguiente fotografía en 1956/57:
Nuevamente, otra población surgida donde antes no había nada. A decir verdad, Guma tenía cierto asentamiento previo a la construcción del pueblo de Colonización. Existió una pequeña finca en las inmediaciones, el denominado Caserio de Guma, ocupado por familias de agricultores y que fue despoblándose de forma paulatina. A mediados del siglo pasado se compraron los terrenos para levantar el actual pueblo de Colonización, que se pobló con gentes venidas de diferentes provincias. Aparcamos tras la iglesia y damos un paseo.
Tras la iglesia, un crucero.
Iglesia que al contrario que en La Vid, se encuentra separada del resto de construcciones, aunque también en lugar predominante.
La regla de austeridad se repite también en esta iglesia, consagrada a San Norberto.
Los eternos Campos de Castilla vistos desde el habitual espacio aporticado anexo a la iglesia, antaño principal lugar de encuentro de los lugareños.
Vista de la plaza desde el pórtico de la iglesia.
Junto a la iglesia encontramos un mirador al Duero y al azud construido para represar el agua que de aquí se deriva al canal de Aranda.
Volvemos a la parte trasera de la iglesia, donde encontramos otro arco decorativo.
Montamos de nuevo en el coche y seguimos ruta. Así como para llegar a Guma tomé la carretera asfaltada, para volver a la N-122 tomé un camino situado más al este. Decisión afortunada, ya que ese camino también tenía algo interesante...
He aquí la sorpresa anteriormente mencionada, un reciclado hito del Circuito Nacional de Firmes Especiales, programa de carreteras originario del año 1926 y que ya hemos tratado alguna vez en el blog.
A la vista de su ubicación y del hecho de que toda la base está al aire, es evidente que ha sido desplazado de su lugar original. La carretera nunca pasó por aquí, pero es loable que se haya decidido preservar su existencia, trayéndolo aquí. Nótese que el hito ha sido adaptado en algún momento de su vida a la nueva instrucción de Caminos de 1939, adoptando el cajetín rojo correspondiente a la carretera nacional N-122.
El hito ha sido colocado en el lugar en el que se ubica el cementerio, que a la sobriedad habitual de estas edificaciones añade algún detalle estético típico de estos pueblos.
Ojo al detalle de la espadaña, con la cruz y una ecléctica "veleta".
Detrás nuestro el paso superior que conecta con el tramo que hemos recorrido previo a conocer Guma.
Avanzamos...
Hasta que vemos una silueta familiar junto a la calzada.
Escondido entre la maleza, el hito del kilómetro 252.
Retomamos brevemente la actual N-122, y nos desviamos antes de Vadocondes para recorrer el último tramo abandonado.
Tramo que también nos obsequia con otro hito, en este caso el del kilómetro 255.
El viaje por la N-122 continuó, pero es cuestión del siguiente reportaje, en el que haremos un estudio más extenso de esta carretera. En cuanto a la temática de los pueblos de Colonización, me alegro de haber acercado a los lectores del blog este fenómeno, el cual merecería mayor atención por parte de las instituciones y no solo de las facultades de arquitectura. Son pueblos con una historia aún breve pero intensa, que atesoran la memoria inmaterial de los cientos de vivencias acumuladas por sus nuevos moradores y que con el esfuerzo de su trabajo levantaron comunidades donde antes solo había páramo. Sirva este reportaje y el anexo consiguiente como humilde homenaje a esos hombres y mujeres. Personalmente, conocía de su existencia desde hace años, por los motivos familiares comentados al inicio del reportaje. Aún así, y aprovechando este tiempo de asueto forzado que nos ha tocado vivir, he podido aprovechar para leer y documentarme más al respecto, así como realizar en este verano pasado una ruta visitando varios pueblos de Colonización cercanos, que podréis ver en el anexo si la temática ha sido de vuestro interés.
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