Para los que disfrutamos haciendo kilómetros de carretera, la red viaria extremeña daría para horas y horas de viaje y exploración dada la extensión de su territorio y la variedad de paisajes y entornos naturales que visitar. Para los que nos queda lejos, tenemos la suerte de poder deleitarnos con la obra de ilustres conocedores de la misma y oriundos de la zona, como por ejemplo Emilio o Jacobo con sus respectivos blogs. El que aquí escribe, un mero aficionado ajeno a los conocimientos de los profesionales del sector, se basta con disfrutar de horas de exploración en la red, seguida de conducción hasta los lugares de interés y disparos fotográficos sin cuartel, conceptos que una vez disfrutados son moldeados y volcados a la red en forma de artículo bloguero con el que entretener a esos lectores que comparten tan particular afición y con los que rememorar la jornada de exploración.
Entrando ya en materia, volvemos a tocar la histórica N-630, carretera de Gijón a Sevilla, para adentrarnos esta vez en un pequeño y olvidado retazo de esa vía, heredera de la vieja Ruta de la Plata, que ha quedado en el olvido entre fincas, y como tantas otras veces en este blog, bajo las aguas de un embalse. Estamos en septiembre de 2019, y aprovechando el estiaje y la vuelta de un periplo por tierras lusas, no puedo dejar pasar la opción de aventurarme por este tramo. Para mi desgracia, Extremadura y sus atractivos (carreteros o no) quedan a muchos kilómetros de distancia, y no aprovechar este momento puede suponer meses y meses hasta poder volver.
En cuanto al lugar en sí, hablamos de un tramo de carretera cuasi sumergido bajo las aguas del embalse de José María Oriol, uno de tantos de los que quedaron bajo el inmenso lago artificial que represa las aguas del río Tajo y que fue inaugurado en 1969. A vista de Maps podemos observar la enorme zona de afección del embalse: si bien nuestro tramo está cerca de la localidad de Garrovillas de Alconétar, la presa se ubica en Alcántara, junto al afamado puente de los puentes, lo que se traduce en una distancia por carretera de más de 30 kilómetros. No es un tramo que hoy en día parezca tener excesivo interés, no es lugar de peregrinación carretera como los que ya hemos tratado por aquí en otras ocasiones, pero tiene algún pequeño detalle que sorprenderá al buen entendedor. Veamos como siempre unas fotografías aéreas para ponerlo en contexto.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional.
Según el mapa del Instituto Geográfico Nacional, el lugar que vamos a conocer recibe el topónimo de "Curva de la Herradura", supongo que por la curva que describe el ferrocarril. En las fotografías de los vuelos de los años 45 y 46, previo a la inundación, nada hace prever que aquí se vaya a ubicar un embalse de semejantes dimensiones. La carretera serpentea por tierras de Cáceres y se entremezcla ocasionalmente con el camino de hierro. Vamos a fijarnos en dos detalles que van a ser objeto de estudio en este reportaje.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional.
Por un lado, estas curvas en zig-zag.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional.
Por otro, este puente, situado metros antes del paso a nivel y cuya fisonomía adivinamos por la sombra que proyecta.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional.
Avancemos ahora hasta fechas más recientes. Hemos obviado los vuelos de la década de los 50 por la dificultad para cuadrar la imagen a capturar. El Instituto Geográfico Nacional nos ofrece una composición de los cientos de fotografías aéreas realizadas en los diferentes vuelos de época, pero en esta ocasión nuestro tramo coincide entre dos de ellas, de tal manera que es imposible enfocar la captura tal y como lo deseamos. En cualquier caso, para lo que queremos ver nos valen los vuelos 1973-1986, que obviando la ya imponente presencia de las aguas del embalse, posibilita ver los cambios y mejoras que ha sufrido la carretera. Dejemos de lado por ahora el puente, que ya sufre la inundación del embalse, y centrémonos en el tramo rectificado que se ubica al sur. Ojo a cómo el paso a nivel entre la N-630 y el ferrocarril se encuentra ahora bajo el agua.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional.
¿Recordáis las curvas en zig-zag? Pues estas han sido sustituidas por un tramo recto, fruto del Plan de Modernización de 1950. Quisiera aportar más información respecto a dicho Plan basándome en la documentación de la que dispongo, pero el estado de alarma actual y las restricciones decretadas me impiden acceder a ella, por lo que espero poder extenderme al respecto en un futuro. A grandes rasgos diré que se centró en eliminar tramos de curvas peligrosas, travesías y los tan presentes pasos a nivel de nuestra red de carreteras mediante obras que no supusiesen un excesivo descalabro económico para las maltrechas arcas del Estado tras la Guerra Civil. Comenzó en los 50, pero muchas de sus obras no se vieron completamente finalizadas hasta la creación, desarrollo y capital del Plan Redia, que entre 1967 y 1971 mejoró las principales vías de comunicación españolas, además de introducir diversas directrices como el ancho de calzada mínimo. También hay que decir que el Plan Redia se vio beneficiado por las obras comenzadas años antes y aún pendientes de terminar por falta de financiación.
Veamos dicho tramo algo más de cerca...
Fuente: Instituto Geográfico Nacional.
Y veámoslo en la actualidad. Curva a derecha y curva a izquierda que desaparecieron de una vez. He de confesar que no las tenía todas conmigo en cuanto a poder bajar hasta este lugar y verlo in situ, del cual ya tenía conocimiento gracias a los compañeros de afición y al inestimable coche-cámara de Google, que en ocasiones se mete por lugares de lo más complicado, pero por fortuna está más a salvo de las aguas de lo que pensaba y el afirmado es bastante decente.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional.
Bajemos ya a tierra firme y veamos todo esto a pie de carretera. Comenzamos por el puente ubicado al final de tramo, utilizado en su momento por la carretera y que está sujeto a los vaivenes de nivel de la lámina de agua. Lo recorreremos en sentido de vuelta hacia la actual N-630.
La carretera desaparece cerca del puente, deshecha por efecto de las aguas.
El puente mantiene los estribos bastante enteros, así como la práctica totalidad de su infraestructura.
También los pretiles y algún guardarrueda siguen en pie.
Si miramos atrás vemos el coche, desde donde está aparcado hasta aquí ya no es posible llegar salvo a pie.
El paisaje es bastante descorazonador, años de inmersión lo han convertido en un erial en el que la vegetación muerta y los pedregales se han adueñado del terreno.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el coche, pero no montamos aún. Recorramos ahora las curvas modificadas.
Curvas mejoradas por un tramo rectilíneo hay muchas a lo largo y ancho de este país, eso no es novedad alguna. Lo que si que es novedoso y merece atención es la supervivencia de una calzada típica del Plan de Modernización en excelente estado, con su plataforma casi intacta, el bordillo colocado en su momento para delimitar la calzada y evitar el desplazamiento de los materiales que componen su afirmado y sobre todo, la existencia aún de las curvas que este tramo suprimió, 60 años después...
Pese a todo, la cercanía de uno de los brazos del embalse ha provocado el descalce del borde de la carretera, con los consiguientes daños.
Veamos ahora las curvas que esta recta sustituyó.
El paso de los años y la falta de mantenimiento ha atacado más al firme de las curvas sustituidas. Lo habitual hoy es devolver a su estado natural el viejo trazado, enterrándolo o retirando la capa superficial. Antes no existía esa inquietud por la restitución paisajística, además que esta curva pudo seguir haciendo una función como área de descanso en los largos y a veces complicados viajes de la época.
En este punto la nueva recta secciona el enlace entre ambas curvas.
Como podemos observar, la construcción de la nueva calzada obligó a realizar un pequeño desmonte.
Vista hacia abajo, en dirección al puente.
Restos de la curva superior, más desdibujada.
¿Sección vertical del firme de la vieja curva?
Y algo más arriba, restos de lo que quizá pudieron ser elementos de contención en caso de salida de vía del viejo trazado.
En absoluto esperaba encontrar este tramo en este estado. Es como si el tiempo se hubiese detenido en 1950 y nos permitiese ver el resultado de esas obras de mejora tan de supervivencia. Ahora sí, volvemos al coche y emprendemos la vuelta. El resto del camino no tiene gran interés, aunque conserva algún elemento antiguo.
La vista es apocalíptica desde algo más arriba, con el paisaje modificado irreversiblemente por la presencia intermitente del agua del embalse y la compañía solitaria del puente del ferrocarril.
En este punto, algo antes del siguiente túnel practicado para el paso del ferrocarril, existió hasta recientes fechas un hito kilométrico tipo CNFE, casi centenario a estas alturas y que ha sido víctima del expolio o de la incultura carreteril, conceptos habitualmente unidos. Más información respecto al hito y al tramo que estamos recorriendo en el siguiente reportaje, obra de Las Carreteras de Extremadura: Las curvas del Tajo.
Desconozco la edad de este falso túnel, pero se mantiene en un flamante estado de conservación.
Este punto parece una curva rectificada, ¿quizá otra mejora de trazado?
Continuamos, el paisaje es ahora notablemente más amable.
Retomamos la actual N-630, carretera en uso y en mantenimiento, pero por lo general con tan poca intensidad de tráfico como su antecesora recién recorrida tras su sustitución por la autovía A-66.
En el km. 500 nos despedimos de la Ruta de la Plata.
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