Por fin llegó junio y con él el IV Encuentro Carretero, llamado así por la reunión que organizamos varios compañeros que, disponiendo o no de perfiles, páginas o blogs sobre carreteras, compartimos una afición común y una relación que ya es más cercana a la amistad que al mero interés común. No voy a descubrir nada si digo que nos hemos perdido muchas cosas en estos pasados dos años, y nuestro encuentro no ha sido ajeno a esta circunstancia. No quedó más remedio que cancelarlo en 2020-2021 para retomarlo con fuerza en este presente 2022. Aún así, cuando parece que salimos, nos viene otra que además pone en peligro cosas tan sencillas como realizar un viaje para disfrutar de una jornada agradable como la que tuvimos el pasado sábado 4 de junio. Es por ello que en vista de la imparable subida de precios de la gasolina y la reducción en los viajes que eso seguramente ocasionará, decidí que al menos a nivel personal la salida no fuese sólo de día, si no de fin de semana completo. Tenía pendiente conocer más a fondo la sierra de Madrid, pues pese a haber visitado la ciudad, esta zona aún se me resistía.
Fotógrafo: Carreterastur.
Tras barajar fechas y lugares durante semanas, finalmente el punto de encuentro fue en Guadarrama, bella localidad serrana en la que era imprescindible visitar la fuente de la N-VI y donde quedamos en vernos. Allí nos juntamos Xose Luis y sus Casillas de Peones Camineros, Adrían y sus Carreteras de Asturias o su nuevo proyecto sobre la N-632, Ángel José con su página Metidos en Carretera, Manu y su tarea en torno a la N-634, Carlos y su exitosa Carreteras, ayer y hoy, Tariq y su trabajo de años en En la carretera o quienes se nos unieron poco después y que son algunas de las más recientes e ilustres incorporaciones, el profesor José María Coronado con Carreteras Históricas y el también profesor Javier Rodríguez Lázaro. Se echaron en falta a otros, como a Emilio, Jacobo o César, asistentes a anteriores ediciones, así como a gente nueva que ha ido uniéndose en este tiempo. ¡Os esperamos para la siguiente!
En lo que a mí respecta, la jornada comenzó a eso de las 6 de la mañana del sábado. La idea de ir con mi incansable Renault 12 estuvo presente desde el principio, y tras la revisión de niveles de rigor en este tipo de vehículos tan antiguos, emprendí la marcha en dirección hacia Guadarrama. Lo que vais a ver en adelante es más bien un reportaje fotográfico del fin de semana que un reportaje al uso como los habituales, pues el viaje dio para mucho y hay varias etapas del mismo que merecen capítulo aparte.
SÁBADO, 4 DE JUNIO
La idea era hacer ruta hasta Guadarrama prácticamente sin parar, pues tengo tan visitada y documentada la N-I que era absurdo perder tiempo volviendo a ver lo ya visto, más aún cuando tenía la hora de llegada establecida a las 11 de la mañana. Pero como la cabra siempre tira al monte, me permito una parada para inmortalizar al R12 junto al superviviente hito del kilometro 197, así como una visita al Puente de los Arrieros de Cabanillas de la Sierra, ya en suelo madrileño. He de decir que esta visita sí estaba programada e incluida en el cronograma de la mañana.
Parada breve, un café y a seguir ruta.
Construido en 1783 y restaurado en 2016, el puente de los Arrieros fue también un importante lugar de paso de ganado a la Cañada Real de Extremadura. Durante los trabajos de recuperación incluso se halló una moneda de 2 reales, acuñada en la ceca de Sevilla en 1721.
La belleza del puente se ve complementada por el largo terraplén que da continuidad a la calzada en dirección norte, protegido en su margen derecho por numerosos malecones.
Retomamos la ruta y dejamos la N-I para ir acercándonos a Guadarrama. Son cerca de las 11 cuando consigo aparcar en las inmediaciones de la fuente. Ha habido suerte, el tráfico en dirección a la sierra es intenso en este sábado de buen tiempo.
La fuente es una preciosidad, con su inscripción y el escudo de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Recientemente la he geolocalizado en Google Maps, por lo que cualquiera debería poder encontrarla sin problemas. No solo la fuente merece nuestra atención, nos desplazamos a pie hasta el puente de piedra, armoniosamente integrado en un pequeño parque público de la localidad.
Tras tomar algo y dedicar un buen rato a ponernos al día, y eso que no nos falta conversación de forma diaria en Telegram, ponemos rumbo al Alto del León, no sin antes parar durante unos minutos a visitar una antigua y desvencijada casilla de Peones Camineros en el ascenso al puerto.
El estado es lamentable y han desaparecido los símbolos que pudiesen emparentar a esta construcción con una casilla, pero sabemos que lo fue gracias a las investigaciones de Xose Luis.
Atención, ¡Carreteros examinando el patrimonio viario!
Llegamos ya al alto y ahí tomamos las fotografías correspondientes a los elementos más significativos del lugar, como son el hito de límite provincial Madrid/Segovia o la conocida efigie del león, conmemorativa de la construcción de esta importante vía de comunicación durante el reinado de Fernando VI.
La denominación en vigor, N-6, es prácticamente omnipresente. En el olvido va quedando la nomenclatura en números romanos, al menos a nivel señalización.
Foto desde las alturas y nos vamos a comer.
Lugar peculiar este asador Alto del León, con una vieja máquina expendedora de tabaco...
...antiguas fotografías del alto... (¡ojo al adoquinado!)...
...y unas vistas alucinantes hacia la ciudad de Madrid.
La comida transcurre de forma distendida, charlando de temas carreteros y otros, a la vez que disfrutamos de la buena cocina del asador. Tras la comida decidimos hacer sobremesa en el exterior, donde tomamos el café aprovechando la excelente climatología del fin de semana. Lamentablemente, el encuentro carretero va tocando a su fin y es hora de despedirse y emprender camino de vuelta, pues algunos de los asistentes vienen de lugares lejanos respecto a este entorno de la sierra de Madrid. Para mí, es cuando comienza la segunda parte del viaje.
RECORRIENDO LA N-VI
Afortunadamente, podemos hacer muchísimos kilómetros de la N-VI o N-6 entre Madrid y La Coruña, pero eso no es así entre Adanero y Benavente, donde desaparece bajo la autovía, salvando los habituales tramos que han quedado como acceso a las localidades de paso de la vieja radial. El tramo entre Madrid y Adanero ya lo he recorrido, pero en las dos ocasiones en los que lo he hecho no he podido hacerlo con tranquilidad como para documentarlo, así que esta es la ocasión ideal. Tras fotografiar el Renault 12 junto al hito del Alto del León y hacer la entrada en el hotel de San Rafael en el que pernoctaré, me lanzo a recorrer la vieja carretera de Madrid a La Coruña.
La primera parada es en un "photocall" de lo más conocido, el de la ermita del Cristo del Caloco, con su cartel publicitario de Philips en azulejo.
No es el único elemento añejo del camino, estas señales también tienen solera y nos indican las direcciones hacia la capital de España y hacia la tan conocida en el mundo carretero Villacastín, origen de la histórica carretera "Villacastín a Vigo", también denominada a veces y sin ningún fundamento documentado como lo que pudo ser una hipotética N-VII.
En este lugar me reencuentro con Tariq, que también ha aprovechado para visitar la zona y gracias al cual tengo conocimiento de la siguiente casilla.
Al contrario que la que hemos conocido en el ascenso al Alto del León, esta sí muestra información respecto a las distancias a otras localidades.
A pocos metros de la casilla, continuando por este tramo de carretera de Madrid a La Coruña hoy abandonado, aparece este soberbio puente de tres vanos, hoy cerrado al tráfico rodado.
Curiosamente, se le ha despojado del adoquinado, quizá para reciclarlo en otras obras, quizá por expolio.
Una vez atravesado, la vía sigue hasta morir bajo la actual N-VI, aunque con el firme muy deshecho.
De nuevo en camino, llegamos hasta Adanero, final de esta N-VI, donde aparecen estas curiosas marquesinas de unas gasolineras en las que ya no queda prácticamente nada.
Pese al vallado, el vandalismo ha dado lugar a expolio y pintarrajeado de todo el entorno. Si se hubiese mantenido quizá algún día estas marquesinas e instalaciones hubiesen podido haber recibido otros usos, con esta apariencia y gracias a los que no respetan nada, son carne de bulldozer.
Inevitable no fotografiarlas, por preservar al menos su memoría en forma de fotografía y por lo que me gusta este tipo de arquitectura.
En el camino de vuelta hacemos parada en Villacastín, su pequeño pero coqueto casco urbano merece un paseo.
Reminiscencias de una N-VI que se resiste a ser olvidada...
En el camino de vuelta nos detenemos en el servicio Renault José Moreno Velasco. ¿Por avería en el R12? No, para fotografiar este Renault Ondine de 1965.
De nuevo en San Rafael, toca dar descanso al coche y conocer el pueblo, ademas de "reconocer el terreno" como buen carretero. Siendo esta una travesía histórica de la N-VI, seguro que algo queda.
Este tipo de elementos son frecuentes a lo largo de esta vía a su paso por la sierra, levantados para guiar al viajero en época de nieves. La carretera de La Coruña se cuela en el nomenclátor municipal.
Llegamos hasta el punto kilométrico 63. Media vuelta y a cenar.
DOMINGO, 5 DE JUNIO
El domingo amanece fresco en San Rafael, salgo pronto a la calle a desayunar y enseguida me pongo al volante, tenemos un largo y productivo día por delante.
Asciendo de nuevo al Alto del León y aprovecho para realizar la fotografía que se quedó pendiente de hacer el día anterior. Ojo a los detalles...
Esto va de puertos, del Alto del León a Navacerrada. Ya lo había subido con el Renault 12, pero no recordaba su dureza.
Viejas señales medio tapadas.
Y la señal que nos informa sobre la altitud a la que estamos, instalada en la vertiente segoviana.
En el puerto de Cotos no hay señal identificativa en la vía, pero al menos sí que aparece este hito delimitador de provincias junto a la parada del autobús.
Desconozco la función de estos monolitos, idénticos e instalados uno a cada lado de la carretera.
El entorno natural es precioso, y en las montañas aún parece quedar algún tímido ventisquero que se resiste a desaparecer.
Rodar tranquilo entre Cotos y Rascafría.
A la entrada de Rascafría encontramos esta llamativa F6 con su color chocolate, ideal para el negocio al que le da publicidad.
De Rascafría tomamos dirección al puerto de La Morcuera, donde se intensifica notablemente el tráfico de ciclistas.
Una vez arriba, la ascensión merece la pena con estas vistas.
Bajamos La Morcuera y nos encaminamos a la última ascensión del día, el puerto de Canencia, también sumamente frecuentado.
En la bajada hacemos una breve parada en la localidad de Canencia, que da nombre al puerto.
Dejamos la sierra y nos encaminamos a la A-1, con intención de cruzarla y seguir hacia la A-2, que será la que nos devuelva al norte. Toca hacer un pequeño desvío no planificado, la cercanía del embalse de El Atazar cambia levemente los planes. Aquí tengo yo una cuenta pendiente.
La parada y estacionamiento están prohibidos a lo largo de toda la carretera que discurre por la coronación de la presa. Menos mal que hay varios miradores en la vía de acceso. En uno de estos miradores coincido con un grupo de motoristas, que me piden el favor de hacerles una fotografía. Compartimos impresiones y reanudan su ruta. Tengo que cuidar bien a los moteros, ¡pues sois legión en cuanto a seguidores!
Cuan simbólica es esta fotografía, que se tenía que haber tomado en 2014 pero que pudo no haberse podido hacer jamás por culpa de un desgraciado incidente. Afortunadamente, aquí estamos, los dos.
Haber hecho este desvío también sirve para poder disfrutar de las vistas hacia el bello paisaje granítico de la sierra de La Cabrera.
Tomamos ahora la N-320 y hacemos parada en Torrelaguna, es hora de comer y el sol se hace notar a estas horas, máxime cuando hemos abandonado ya el frescor propio de las áreas elevadas de la sierra. Tras coger fuerzas para la parte de la ruta que aún queda por delante, reemprendemos camino hacia la A-2, no sin antes parar a fotografiar este puente, ya conocido pero en el que tampoco había podido parar anteriormente.
Imposible no acordarse en este lugar de agua y vegetación de cierta conversación mantenida durante la comida con los carreteros respecto a la aparición de ofidios durante las exploraciones de tramos abandonados...
El 320 de la N-320. ¿Y el miriamétrico?
A lo lejos quedan las torres de Chamartín, es hora de ir dejando atrás territorio madrileño.
Ahora es Guadalajara la que nos espera, y con ella la N-II, en la que nos metemos de lleno en Torija.
Su castillo es de lo más reconocible para todos los que hoy se desplazan por la autovía, al igual que lo era para los que llegaban aquí utilizando la N-II. El Plan Redia dotó a Torija de una variante de amplia calzada, dotada de dos carriles de ascensión en sentido Zaragoza y otro de bajada en sentido Madrid, que hoy han quedado para uso local.
De Torija saltamos a Torremocha del Campo, donde la conocida figura del toro de Osborne preside el lugar.
Torremocha también recibió un notable ensanche de calzada pensado para el trasiego de la N-II, aunque hoy su travesía apenas recibe tráfico alguno y el cierre de negocios asociados a la carretera es dolorosamente palpable.
Dejamos Torremocha y entramos en Saúca, hacia el kilómetro 128.
Los carteles de Philips están teniendo cierto protagonismo este fin de semana, he aquí otro ejemplar.
En Saúca nos espera un lugar que lleva esperando ser visitado desde hace al menos tres años. Se trata del trazado primitivo de la carretera de Madrid a Francia por La Junquera, que parte hacia el este desde el casco urbano y que tras una larga recta se torna revirado. Finaliza en un tramo también abandonado, de la autovía A-2 en este caso. Merece reportaje aparte, por lo que veremos solo alguna fotografía de muestra.
Este viejo camino se complica sobremanera, con mucha piedra suelta. Podría entrar con el coche, pero es absurdo someterlo a ese esfuerzo, por lo que toca echar pie a tierra. Agua, crema solar, una gorra y a caminar un rato.
Estas bases aparecen de manera numerosa en las aristas exteriores de las curvas, y parecen ser donde en su momento se debieron fijar los postes que sujetaban los mallados de las ya inexistentes vallas de contención.
En estas "eses" de Saúca las curvas son fuertes y en pendiente.
El sol golpea con rigor. En este momento recuerdo el paseo, también a pie, del verano pasado por ambas vertientes del puerto de Morata. Si no desfallecí entonces, con mayor distancia recorrida a pie y mayor calor, saldré de esta. Cuánto sacrificio exige la exploración de carretera...
Lástima que esté así, por medida me podría valer...
Alcanzado el objetivo de recorrer este tramo, toca dar media vuelta. Podríamos continuar por los tramos abandonados de la A-2 hasta la siguiente localidad, pero no a pie y tampoco maltratando al R12 por estos caminos.
Poco a poco el viaje va tocando a su fin, pero aún queda uno de los platos fuertes. ¿Recordáis el reportaje sobre los albergues de carretera del Patronato Nacional del Turismo? Pues en Medinaceli tenemos uno de ellos, reconvertido y degradado a almacén municipal.
Desde aquí compruebo que de la singular marquesina de entrada al albergue solo queda la estructura de metal.
En la parte trasera del albergue, zona de desagüe para autocaravanas. Triste uso para unas infraestructuras con un importante componente histórico pero con un reconocimiento escaso.
Si seguimos rodeando el edificio, la cosa no mejora. La exedra del comedor aún existe, pero en qué estado...
He de reconocer que esperaba encontrármelo así, las escasas imágenes existentes en la red así lo atestigüaban, además de la información proporcionada por Javier Rodríguez Lázaro durante la comida de Carreteros del día anterior. Esto no quita para que me de una inmensa pena que estos edificios, que fueron el germen de la actual red de Paradores, languidezcan de esta manera. Una vez más tocará decir que ¿para cuando un poco de atención por parte de la Administración?
Afortunadamente, no pasa lo mismo con el cercano, flamante y poderoso arco de Medinaceli. Para un amante de Roma y su historia como yo, es de visita obligada.
Dejamos Medinaceli y nos encaminamos a la que será la última visita de este fin de semana tan carretero.
Será una visita breve, pues no queda mucho de la vieja N-111 en el ascenso a los Altos de Radona.
Vuelta al coche, es hora de volver a casa.
El día va tocando a su fin, y en la N-232, una reflexión. Para mí como para muchos, la carretera es una forma de vida. Bien sea por trabajo, bien sea por ocio. Por trabajo hoy por hoy no, pero podría ganarme la vida con ello mañana mismo. Por ocio, sin duda. Mientras otros sueñan con coger un avión y recorrer mundo, yo sueño cada día, cada fin de semana, cada periodo vacacional, con ponerme al volante y recorrer nuestras carreteras y su historia.
En cuanto a mi acompañante durante el fin de semana, tras esta dura prueba de 1119 kilómetros, otra vez ha mostrado una nobleza fuera de toda duda. Calor, puertos, frenadas, arrancadas, carreteras y caminos... sin una sola queja.
Y en cuanto a mis compañeros carreteros... ¡deseando que llegue la edición del 2023!
No hay comentarios:
Publicar un comentario