PARTE I: OTOÑO DE 2017
PARTE II: OTOÑO DE 2018
Yesa es un lugar magnético para mí. Supuso el pistoletazo de salida al blog, protagonizando el primer reportaje publicado allá por un ya lejano diciembre de 2017. Como relaté aquella vez, descubrí por casualidad que el lugar por donde ahora discurren las aguas termales de camino a fundirse con el agua del embalse es por donde anteriormente había pasado la carretera, tras lo que decidí volver otro día a plena luz del día y cámara en mano para ver qué mas encontraba ahí. Y vaya si aparecieron cosas. Es también un placer recorrer (mientras duren) las curvas de la nacional N-240 aún en uso entre Yesa y el actual enlace con la inacabada autovía A-21, a la vez que se recrea uno con las vistas al embalse. Poco más adelante se encuentran las ruinas del pueblo de Tiermas, y bajo el cerro sobre el que este se ubica, encontramos el balneario del pueblo de mismo nombre, también en ruinas y cuyo estado actual podrá conocer el lector al final del reportaje. Además, con la bajada del nivel emergen también esas maravillosas pozas de cálidas aguas en las que sumergirse cada otoño mientras el día se apaga y el entorno se convierte en un lugar mágico bajo las estrellas, al que acompaña la silueta de las ruinas del balneario.
A decir verdad, no estaba prevista una tercera parte del reportaje relativo a los restos que el embalse de Yesa atesora y que salen a la luz tras el estiaje y la campaña de riego, que deja en mínimos a esta masa de agua ubicada a medias entre Navarra y Aragón. La excepcional sequía que ataca a nuestros embalses tras un verano de temperaturas de récord y nula pluviometría ha hecho reaparecer el puente perteneciente a la carretera que desde Tiermas llegaba a Ruesta, tras años bajo las aguas. Ruesta es un pueblo al que la despoblación de este valle deparó el mismo destino de abandono, acaecido tras el cierre de las compuertas del embalse y su posterior llenado a finales de los años 50.
Yesa a un 11,95% y las ruinas de Tiermas en lo alto del cerro.
Lo mismo ocurrió con otros pueblos del valle, siendo quizá uno de los más emblemáticos el actual pueblo deshabitado de Escó. Lo vemos en la distancia en la siguiente imagen, posicionado justo sobre el ojo de la alcantarilla de la vieja carretera y que junto con Tiermas y Ruesta cierra el círculo de la despoblación de estos parajes.
EL PUENTE
En los 5 años que llevo viniendo con regularidad a este lugar cada otoño, aún no había podido conocer el viejo puente. Sabía de su existencia, pero la bajada del nivel del embalse es caprichosa, e incluso recuerdo que un año no fue posible ni siquiera el baño en las pozas. Las imágenes de época muestran a las claras la existencia de esta infraestructura, así como los daños en los vanos en el lado de Ruesta y su reparación más o menos provisional. En anteriores visitas ha sido imposible visitarlo y documentarlo, pues si bien las termas y las ruinas del balneario emergen casi cada temporada, no ocurre lo mismo con los restos de este puente. Además, el recrecimiento amenaza la posibilidad de que vuelva a aparecer, y con él el balneario y las pozas. Por si esto fuera poco, el aterramiento del embalse está cubriéndolo, dando lugar a que se hunda ya varios metros en los sedimentos acarreados tras seis décadas de agua embalsada.
Vista general del barrio bajo de Tiermas, el balneario y el puente del camino a Ruesta. Autoría desconocida.
Recientemente, el conocido arqueólogo Isaac Moreno Gallo ha publicado un vídeo excepcional respecto a este puente y a la vía romana entre Zaragoza y la región del Bearn que atraviesa el entorno hoy inundado, cuyo ENLACE os dejo por aquí y que merece la pena visionar. En lo que al puente se refiere, Isaac nos muestra imágenes comparativas entre el ayer y el hoy de esta infraestructura y nos habla sobre el derrumbe que presenta en varios vanos del lado Ruesta y que fue necesario sustituir por tablones de madera. También añade que este puente quizá sea de época moderna, en torno al siglo XVII y muestra unas imágenes del año 2005 en los que la capa de sedimentos ya había tapado buena parte de la infraestructura. A fecha de hoy, en 2022, los lodos le han robado cerca de otro metro de altura.
Autoría desconocida.
Este seco otoño de 2022, el puente ha emergido, y eso hace inevitable la visita y documentación de lo que aún se ve, antes de que sea demasiado tarde. Siempre digo que ya que no podemos hacer nada para que llueva, al menos se puede aprovechar para conocer lo que habitualmente queda bajo el agua. Estamos a 9 de octubre de 2022, y tras dejar a mi compañero dándose un baño relajante en las pozas, es momento para mí de recorrer de nuevo la vieja carretera y su desdibujada cinta de asfalto. A unos 200 metros del balneario, el viejo puente aparece ante mí. El estado de la infraestructura es lamentable.
La plataforma de paso del puente acumula varios centímetros de barro y los pretiles están muy dañados o directamente desaparecidos.
El empedrado está igualmente deshecho, pero afortunadamente aún quedan algunos puntos en los que se conserva en estado original.
A la vista de esta sección más o menos conservada, el puente debió de disfrutar de un bello y robusto afirmado.
Los tajamares, como este ubicado aguas arriba, no están en mejor estado que lo demás.
Media vuelta, no seré yo quien se arriesgue a pisar sobre los lodos aún húmedos del embalse.
Esta es la vista más cercana que podemos obtener del lateral ubicado aguas arriba. Bastante es, contando que este puente aparece muy rara vez.
El sol de frente concede una instantánea fantasmagórica del puente.
Segunda visita, 23 de octubre de 2022.
Las anteriores imágenes se tomaron el 9 de octubre de 2022. Dos semanas más tarde, el puente seguía visible y el nivel prácticamente inalterado. En este intervalo de tiempo y según los datos de la web de la Confederación Hidrográfica del Ebro, continuó bajando, perdió un 1% y casi lo recuperó con las primeras lluvias.
DE NUEVO, LA N-240
Ya que estamos aquí, que la tarde aún es larga y que el embalse está bajo, decido dar una vuelta a pie para recorrer una vez más lo que queda de aquella antigua carretera de Jaca a Sangüesa, posteriormente integrada en el itinerario definido en el Plan de Caminos de 1940 como N-240, carretera nacional de Tarragona a Bilbao y San Sebastián. Obviamente, el puente y el camino a Ruesta no pertenecieron a este itinerario, pero al quedar ocultos por el agua del mismo embalse están directamente relacionados con las anteriores publicaciones. La siguiente imagen muestra una ventana a una dramática realidad, pues si bien es cierto que Yesa se llena y se vacía cada año (en sentido literal), el punto de partida y las previsiones en este otoño de 2022 son francamente negativas.
Tomo dirección en primer lugar aguas arriba, hacia Sigüés, y pronto aparece otro empedrado. Quién sabe si de alguna vivienda, algún patio o de la propia calle, pues todo está derruido en derredor.
Hay puntos en los que la erosión de las aguas del embalse han hecho caer la plataforma de la carretera. Buen ejemplo de esto lo vimos en la segunda parte del reportaje, relativa a la visita de otoño de 2018.
El siguiente puente es viejo conocido. Con mayor o menor cantidad de agua alrededor, pero en anteriores visitas siempre ha estado visible. Lo que sí es cierto es que nunca antes había podido atravesar su único ojo, pero es que este año...
...no hay más que ver lo que hay aguas abajo del regacho que solía atravesarlo. Puro vacío.
Aprovechemos pues la ocasión.
La típica imagen de todos los años.
El desgaste provocado por el agua sirve para ver las diferentes capas del viejo firme.
Doy media vuelta aquí y vuelvo sobre mis pasos. Rebaso el balneario, al cual volveré en breve, y recorro ahora lo que hay en dirección hacia la presa, aguas abajo. Las siguientes imágenes sí son inéditas en el blog. Comenzamos por un pequeño puente casi colmatado por los lodos, desde el cual observamos a lo lejos uno de los viaductos levantados para la carretera que sustituyó a la que quedó bajo el embalse.
Poco más adelante, restos de un muro de sostenimiento del terraplén de la vía.
Levemente, pero aún se aprecia el discurrir de la vieja carretera, incluso restos de asfalto.
Seguimos caminando entre piedras y aparece una obra de mayor tamaño, aguantando la erosión como puede.
Sorprende ver cómo este muro ha conseguido soportar el paso de los años.
Un guardarruedas, no será el único que nos encontraremos.
A lo lejos, subsiste un pequeño pedazo de muro con dos o tres malecones. No hay rastro de horizontalidad, toda la calzada se ha venido abajo. No está lejos, pero a partir de aquí la senda desaparece y el riesgo de caída se incrementa, por lo que desisto de aventurarme más allá de lo razonable y doy media vuelta.
Aprovecho las zonas asfaltadas para caminar sobre ellas en el camino de vuelta.
Cerca del balneario aparece otro guardarruedas.
También restos de la calzada y los árboles que un día la flanquearon.
Y desde un pequeño cerro, en el que encuentro restos de un viejo pavimento, intento reproducir la imagen de época en la medida de lo posible y salvando la distancia de las seis décadas pasadas y las consecuencias de las reiteradas carreras del embalse.
Ya hemos visto anteriormente en esta imagen cómo era el antes:
Autoría desconocida.
Y así está en la actualidad. Se pueden identificar en la imagen histórica con cierta facilidad tanto el hotel-balneario (el conjunto de edificios de color blanco que aparece a la izquierda de la imagen de época) como el puente, siendo realmente llamativo en el caso de este último comprobar que el aterramiento casi ha tapado la vieja infraestructura a día de hoy.
Vuelta al balneario, es momento de adentrarnos en lo que queda de él.
EL BALNEARIO DE TIERMAS
Imagino que con toda la pompa y boato de la época, en el año 1908 se inauguró el balneario de Tiermas, conocido entonces como Hotel Infanta Isabel. La publicidad de la época hablaba de las excelsas cualidades de las aguas termales para la cura de "enfermedades cardiovasculares, alteraciones respiratorias, rinitis, sinusitis, alteraciones del sistema nervioso, de la piel, alteraciones ginecológicas, gota, obesidad, reumatismos...". El "Almanaque de los Pirineos", recuperado y digitalizado en la actualidad por Pirineo Digital y cuyo enlace encontrará el lector al final del reportaje, contaba allá por 1913 que desde mediados de mayo entraban en funcionamiento los servicios de verano de la línea Jaca-Pamplona de la compañía Navarro-Aragonesa, que describía como algo prodigioso que este transporte permitía salir de Jaca a las 2, atravesar Liédena a las 5.30 y llegar a Pamplona a las 8, "¡todo en la misma tarde!"
Autoría desconocida.
El "Almanaque de Pirineos" añade que:
"Los Baños de Tiermas, hoy propiedad de don Luis Casals Ferrer, que los reinauguró en 1888 tras adquirirlos al Excmo. Sr. D. Alejandro Oliván y construir un inmueble de nueva planta, se han convertido en esta década en unos de los más populares de España. La construcción del Hotel Infanta Isabel a cargo de los Condes de Coello, con sus lujosas estancias y completas instalaciones, los ha situado en primera plana. El hotel está comunicado con los Baños por un pasadizo volado sobre la carretera a Pamplona que los vehículos están obligados a atravesar y sobre el que se ha pintado el lujoso letrero Baños de Tiermas que habrá de salir en las fotografías. Sala de recreo con billar, rincón de lectura con la prensa aragonesa, navarra y nacional, parque, pista de tenis... todo es poco para el asueto del enfermo o del viajero sano."
Como podemos deducir de la prensa de la época, el Hotel Infanta Isabel y sus baños estaban destinados a ser todo un revulsivo para la zona. Nada que ver con lo que el destino y las necesidades hidrológicas le depararon:
En la siguiente imagen, el lujoso y bien vestido comedor del hotel.
Autoría desconocida.
"Tanto el Hotel Infanta Isabel, que con tanto eco inaugurara el 18 de julio de 1908 la propia hermana de Alfonso XIII tras su visita a la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza, como la dignísima Fonda que aloja a los visitantes menos pudientes, se preparan para recibir a los cientos, tal vez el millar de bañistas que a buen seguro acudirán en busca de las aguas curativas, diríase milagrosas, gracias a sus propiedades sulfurosas y clorurado sódicas, entre otras."
El Balneario de Tiermas, listo para el inicio de la temporada 1913.
Fuente: Todocolección.
En la imagen de época, a la izquierda el edificio principal del hotel, posteriormente destruido por un incendio en torno a los años 40 y del que hoy apenas quedan rastros. A la derecha, y conectado por un par de pasarelas de madera, la casa de baños, semioculta por una de dichas pasarelas. La imagen siguiente no es la misma vista, pero sirve para hacer una comparación entro lo que fue y lo que queda hoy.
Las pozas se encuentran en la actualidad en el mismo emplazamiento de lo que fue la plataforma de la antigua carretera, hoy totalmente deshecha, y que se ubicaba entre los dos edificios claros de la imagen histórica que hemos visto en la comparación anterior.
En la siguiente imagen se aprecia claramente como las aguas termales han horadado su camino en la vieja carretera.
Su destino, fundirse con las frías aguas del embalse, procedentes del Pirineo.
Entramos en el edificio principal de los baños, justo en el lugar en el que se ubicaron las cabinas privadas.
El agua y el paso del tiempo han hecho estragos, como en el resto de edificaciones. No queda ni rastro del piso superior, aunque quizá se retiraron elementos constructivos y estructurales del balneario ante el negro futuro que le esperaba. Existen fotografías en las que se ve como se han desmontado gran cantidad de tejas de los edificios cercanos, a la vez que el agua empieza a inundar las calles. Quizá aquí ocurrió lo mismo. También están presentes grandes cantidades de sedimentos.
Nada más adentrarnos en el área de baños, observamos a ambos lados los accesos a las cabinas y el esmerado remate de sus jambas.
En una de ellas, lo que parecen ser tomas o salidas de agua.
Sorprende encontrar azulejo, y encontrarlo en buen estado. Aún así, y si mal no recuerdo, en anteriores visitas había más restos de la cenefa coloreada que remataba los azulejos blancos y que seguramente habrá sido expoliada. Ni el hecho de estar bajo varios metros de agua buena parte del años salva a este lugar de la falta de respeto de algunos.
Cuidadoso remate de una esquina. Ciertamente, estas instalaciones debieron ser un auténtico lujo en su época.
Azulejo de mayor tamaño y simpleza para las zonas comunes.
Vistas al atardecer, debió ser bonito contemplarlas desde el glamour del Hotel Infanta Isabel.
Hacia otro ángulo, vistas hacia el viaducto. Él, será el siguiente. El recrecimiento supondrá la condena de muerte para la carretera actual, pues se encuentra por debajo de la cota máxima que alcanzará la nueva presa. Quizá en un tiempo este lugar nunca jamás vuelva a ser visitable, al menos con la regularidad actual.
La luz del atardecer da un toque de desolación a las ruinas del balneario. La presencia de vehículos y bañistas concede un contraste colorista y devuelve la vida a este lugar unas semanas al año.
Tras la visita al balneario, es momento ahora de descansar en las pozas. Mientras siga existiendo la posibilidad tocará aprovechar la calidez de estas aguas. Me sumerjo, y de nuevo, me ronda la cabeza un pensamiento recurrente y que vuelve cada año. Qué debieron pensar aquellos viajeros de la calzada romana, ya fuesen legionarios, senadores, comerciantes o quién sabe qué, al encontrarse en su camino estas surgencias de agua, que a buen seguro les fueron de gran utilidad para descansar y quitarse el polvo de los caminos...
Para saber más:
PARTE I: OTOÑO DE 2017
PARTE II: OTOÑO DE 2018
Excelente reportaje. Buen trabajo!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, ¡muchas gracias!
EliminarMe apetece mucho ir a esas termas, muy buenas fotos!
ResponderEliminarAprovecha ahora Rick, pues por lo general de noviembre en adelante desaparecen con rapidez. Muchas gracias por tu comentario y valoración, saludos.
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